De manera que como es natural, le pusieron una bomba en su domicilio.
Por suerte, los autores materiales e intelectuales del atentado político -que no eran intensamente buscados por la policía, obvio- pudieron escapar caminando y las cámaras de la policía provincial justito se apagaron y los patrulleros juuuuuussto tuvieron que ir a desayunar o leer el diario. No estaban.
A las 8 de la mañana de hoy sábado, incendiaron con tres bombas molotov la vivienda del intendente radical de Federal, Felipe Torres, quien se encontraba dentro con su familia. Salieron ilesos porque el humo que ingresaba desde la puerta del frente les advirtió del problema. Las bombas molotov, de fabricación casera, no hacen ruido: expanden el fuego y en segundos se incendia una vivienda. Pero una de las bombas no alcanzó a explotar -estaba sobre la entrada de la casa, esperando el efecto del fuego de la otra bomba (así bloqueaban la salida de la vivienda del intendente y su familia- mientras que la tercera bomba, arrojada dentro del garage sobre el auto, sí bloqueó esa salida.
La bomba que no explotó permitió que salieran tranquilos de la vivienda. Los bomberos acudieron, apagaron el fuego. La policía hace como que está buscando los culpables, pero si el caso no se nacionaliza, difícilmente siquiera se molesten en torturar a un perejil para que diga que fue él.
El intendente Felipe Torres vive en la calle Apolinario Almada al 340 del barrio Parque en Federal. Actualmente, la calle está cortada y seis policías se miran o mandan mensajes de texto.
P/d: Llegué a esta ciudad de camino a otra, para una investigación sobre abuso sexual infantil cuando desde una radio local -la única que en la ruta se escuchaba, en verdad- informaron del atentado al intendente, manejé hasta Federal, estuve en la casa y hasta podría haber entrado y hacerme unos mates, pero era como tomarme demasiada confianza. La investigación, desde ya lo puedo asegurar, nunca va a llegar a nada porque la policía ya contaminó todas las pruebas.
Es tremendo lo que está sucediendo.
Se nota, además, el miedo a hablar.
Supongo que ampliaremos.
Martín Vázquez, desde Federal
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