Estela Gigena
El ser solidario y entregarse al otro es, quizás, una de las pesas que ponen en la balanza quienes deciden ser “policía”.
Y Franco Torrilla mamó esos valores de su madre, Estela Lemes, la directora de la escuela “Bartolito Mitre”, de Costa Uruguay Sur. Esa maestra que fue elegida “Abanderada de la Argentina solidaria”; la que denunció ante la Justicia la fumigación en su escuela ; la que lleva en su sangre la prueba de la contaminación y la que logró que su escuela fuera la primera NINA rural de la provincia.
Pero Franco no es “el hijo de…”. Franco tiene méritos propios. Hace dos años egresó de la Escuela de Agentes “Comisario General Pedro F. Campbell” de Villaguay. Con 32 años fue destinado a Paraná y este viernes , 17 de abril, se casará con su novia, con quien convive hace unos años. “Nos casamos para avanzar en la relación, pero ella se queda acá, yo sigo trabajando en Paraná porque es muy difícil lograr el traslado y no queremos vivir allá”, se lamentó Franco en diálogo con ElDía.
SALVAR UNA VIDA
Franco cumple servicio en la División Seguridad Urbana y Bancaria de la capital provincial. Tiene que estar en la calle haciendo guardia en el centro y en los barrios. “En Paraná hay más situaciones donde la policía tiene que actuar, acá es mucho más tranquilo en ese sentido. Allá hay de todo. En el barrio El Morro donde estaba haciendo guardia el sábado, por ejemplo, hubo un tiroteo minutos antes de que ocurriera lo del bebé”, contó Franco.
El domingo, a las 3 y media de la madrugada, Franco estaba ‘de parada’ en el ingreso al barrio ubicado al final de la avenida Ramírez de Paraná. “Una señora llegó hasta donde yo estaba muy asustada, venía haciendo señas desde lejos. Fui corriendo a buscarla, le pregunté qué pasaba y me dijo que se le había muerto el hijo, que se había ahogado”.
El bebé, de siete días de vida, se había ahogado con flema. La madre, desesperada, lo dio por muerto y se lo entregó en los brazos a Franco. “Inmediatamente le saqué la frazada y le hice RCP (Reanimación Cardiopulmonar) y los masajes correspondientes. Lo puse boca abajo sobre mi mano. El bebé estaba todo morado y no reaccionaba. Pedí una ambulancia, mientras seguía intentando reanimarlo, hasta que lo logré. ¡El bebé reaccionó!”, contó emocionado.
Sin dudar, y previo al RCP, Franco presionó el botón de emergencia de su equipo de comunicación, que bloquea otras comunicaciones del 911, dándole prioridad y solicitó una ambulancia.
La ambulancia nunca llegó, pero sí lo hizo un patrullero que estaba en la zona y acudió inmediatamente. El oficial principal, apellidado Presidente -de la Comisaría Octava- “ordenó que lleváramos al bebé en el patrullero, dado que no llegaba la ambulancia”, relató Franco.
Ya en el vehículo, Franco logró que el niño expulsara, con masajes y RCP, la flema. “Le iba sacando la flema, le iba limpiando con un trapito, porque al ser tan chiquito no tenía el reflejo de largarla”, explicó.
Ya en el hospital infantil San Roque, Franco entregó el niño al pediatra de guardia. “Le hicieron respirar, le pusieron oxígeno enseguida, de todos modos seguía morado y ya tenía petequias en la cara. Después lo trasladaron a Neonatología y allí quedó”, recordó el heroico policía.
“DIOS ME PUSO AHÍ”
El bebé, llamado Axel, hoy está fuera de peligro. “Al otro día fui a verlo. Me dijo la doctora que ya le habían sacado el respirador, que le habían hecho placa de los pulmones, que estaba bien, perfecto. Y que iban a empezar a alimentarlo. Le iban a hacer otros estudios, porque al quedarse sin oxígeno podría tener alguna complicación en el cerebro”, comentó Franco.
El mismo sábado, después de dejar a Axel en el hospital, Franco volvió a cumplir con su guardia. Un rato más tarde llegó la mamá del bebé. “Ella apareció en un remís. Me contó que había quedado internado. Me abrazó y lloraba tanto…ahí reaccionó, se había dado cuenta de lo que había pasado”.
Cuando ElDía le consultó si era consciente que le había devuelto la vida a un bebé, Franco respondió con total humildad: “Fue Dios que me puso ahí, en ese lugar y a esa hora”.
Franco volvió, luego de dejar sano y salvo a Axel, a su puesto del barrio El Morro y recibió un apretón de manos de su superior.
No llegó aún el reconocimiento de la Institución.
Pero sí lo más importante, el abrazo agradecido de una madre.
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