La nota decía mas o menos así:
El monolito al primer ataque a la prensa Entrerriana en estado de olvido y abandono a 40 Km de Villa Elisa
La construcción realizada en el mismo lugar de la tragedia ocurrida el 11 de enero de 1907, el arroyo Santa Rosa, a la altura del kilómetro 45 de ruta 130 y a unos 10 de la misma hacia el norte, recuerda el primer atentado contra la prensa escrita que le costo la vida a quien transportaba una imprenta desde Colon a Villaguay en un carro.La crónica decía esto:"Pero también hay mártires en nombre del periodismo de Villaguay; el carrero Julio Modesto Gaillard, degollado por una patrulla en el arroyo Santa Rosa y rota la imprenta que transportaba la cual había sido enviada por Antonio Ciaspucio luego de cumplir una condena y salir en libertad desde Colón a Villaguay. El cadáver del infortunado carrero fue encontrado por un peón y Ciaspucio realiza una investigación, se acusa a los autores, se dictaría la sentencia, pero hasta hoy..., dice en su libro Justo Miranda.
Pero Villaguay no temió ni teme a la libertad de prensa por eso no solo lloró a Gaillard, repudió a sus asesinos, sino que además desagravió a Ciaspucio regalándole por suscripción una imprenta en la que por tercera vez editó su diario."
"A menos de un kilómetro los policías de La Capilla, que llevan cuatro días oteando sin éxito en las lomadas, vuelven a la comisaría a tranco lento y con el espíritu abatido porque intuyen que Gaillard tiene que haber llegado a Villaguay con la imprenta por el camino menos pensado, por adentro del monte salvaje, y en cuanto Hermelo se entere los meterá en el cepo varios días. Juan Severino Hermelo es el villano de la película. Ha asumido ilegítimamente la intendencia de Villaguay y desde hace algunos años también se ha hecho cargo de la policía local. Maneja a su antojo la ciudad y hará lo imposible para que la imprenta, que trae Gaillard en su carro, no llegue a sus tierras. Para colmo, la llovizna tristona empapa sus uniformes y trabucos. De pronto, el comisario Félix Santa Cruz levanta la cabeza y detiene su caballo a mitad de la calle. El cabo Villalba y el agente Cisneros atajan su marcha unos metros adelante y vuelven la vista hacia su jefe que les pide silencio. Escuchen, dice Santa Cruz, y los tres policías se quedan tiesos por un momento sobre sus caballos intentando aguzar el oído entremedio de la llovizna; viene del norte, sentencia el superior. A lo lejos se deja oír el tintinear apresurado de un cencerro, cada vez con más claridad. El comisario, seguro de que solo un carrero puede estar cabalgando por dentro del monte a esa velocidad, espuelea su animal y sale al galope sobre la tierra húmeda con bríos renovados. Santa Cruz jinetea en paralelo con la arboleda tupida mientras su patrulla le sigue el paso a unos metros y el sonido del cencerro se torna cada vez más nítido, tanto que pareciera que en cualquier momento se lo chocan. De la nada misma, como uno de los relámpagos que se dibujan sobre los nubarrones amenazantes, Gaillard pasa sentado en el palo de su pescante frente a los policías a puro restallar del látigo, en dirección al puente del arroyo Bergara, y logra ver de soslayo a los uniformados así que decide levantarse y cabalgar parado. Gaillard no se amilana ante las ruedas que patinan en el barro de la calle, ni ante el grito impetuoso de Santa Cruz que le pide que pare al tiempo que desenfunda su arma y empieza a levantar el brazo en dirección al carrero; empecinado, solo piensa en lo cerca que está del puente, en lo cerca que está de llegar. Pero con el balazo al aire los caballos se asustan y Gaillard tiene que usar su cuerpo fornido para detener los corcoveos de sus bestias.-
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1907
El asesinato del carrero Gallard
Un bárbaro hecho contra la libertad de expresión se registró en la noche de este día que trajo como consecuencia el asesinato del carrero que transportaba una imprenta.
El periodista Antonio R. Ciaspucio, que había censurado severamente a las autoridades de Villaguay, dispuso traer su imprenta desde Colón a donde la llevó por razones de seguridad, para continuar editando el periódico “El Pueblo”. Encomendó el traslado al carrero Julio Modesto Gallard, pacífico vecino, quien, de regreso, fue detenido por la policía de La Capilla acusado de trasladar una imprenta embargada. Esa noche se le notificó que sería trasladado a Colón, lo que así se hizo, llevándose juntamente el carro con su carga.
Al transitar por las márgenes del arroyo Santa Rosa, en la cañada de “Las Achiras”, en el límite de los departamentos Colón y Uruguay, los policías empezaron a arrojar al agua los implementos tipográficos y en la imposibilidad de destrozar la máquina impresora, al llegar a una de las barrancos más elevadas, volcaron en su lecho el carro con su carga y los caballos que murieron ahogados. Siguiendo el trayecto, Gallard, que iba maniatado al caballo que montaba y cuyos gritos de auxilio se perdían en la desolación del paraje y del silencio nocturnal, fue degollado con su propia cuchilla que le había sido requisada al ser detenido por la policía de La Capilla.
La justicia condenó a dos agentes policiales como autores principales del hecho; al comisario de La Capilla y al receptor de rentas de Colón, como cómplices del crimen. En la época existió la impresión de que este crimen tuvo una inspiración política pero nunca fue aclarado del todo.
ANTONIO CIASPUCIO
Fue un paladín del periodismo pleno en la época en que Villaguay era dominado por el miedo de caudillos que hacían que la persecución y la muerte dominara una sociedad que encontró en su diario, el arma necesaria para hacerles frente. Debió padecer la persecución, el exilio y la cárcel por publicar sus ideas. En ese tiempo, poseer una imprenta y no ser condescendiente con el poder corrompido significo una condena latente.
Resumen de la vida del periodista y la tragedia de Santa Rosa:
Nació en 1877 en Concepción del Uruguay, Entre Ríos, hijo de Luisa Laverni y Andrés Ciaspucio . Su familia llego al país en 1868, procedente de Trieste, Italia. Fue el hijo mayor de una familia de 12 hermanos.
Antonio no fue a la escuela primaria, aprendió a leer y escribir en las imprentas.
Fue fundador a los 17 años, del periódico “La crisálida”, en Concepción del Uruguay, “ El correo de salón” en Colon, y los diarios “El obrero”, “La Razón” y “El perseverante” en Paysandú.
Cuando tenía 19 años en 1896, lleva a su familia a Paysandu para trabajar en el diario “El Perseverante”.
Allí estudio artes graficas en un colegio de sacerdotes católicos.
En 1899 a los 22 años fundo en Villaguay el diario “El Pueblo”.
En 1903, traslada su imprenta a Colon porque su vida corría peligro, y el 1º de enero de 1904 aparece en Colon el numero uno de diario “El Pueblo”. El diario también lo hacia llegar a Villaguay, Villa Elisa y San José.
El 10 de septiembre de 1904, estando en Colon, lo encarcelan por abuso a la libertad de expresión y calumnias y pasa dos años y 57 días en la cárcel de Concepción del Uruguay, recobrando la libertad el 6 de noviembre de 1906. Fue denunciado con el cargo de calumnias por el comisario Juan S.Hermelo, de Villaguay, y en el juicio fue defendido por el abogado Benito G.Cook.
Una vez libre decide volver a editar “El Pueblo”
Volvió a Villaguay y contrato al carrero Julio Modesto Gallard para trasladar la imprenta desde Colon que le había comprado en 800 pesos a Enrique Seoane.
Gallard salió de Villaguay el día 4 y volvía de colon con la imprenta el 6 de enero de 1907. Por medio de telegramas en código se comunicaban quienes consumarían el asesinato para impedir que la imprenta llegara a destino. En la noche del día 6, la policía de Sajarof (La capilla) al mando del comisario Felix Santacruz lo detiene bajo la acusación que la imprenta estaba embargada, lo meten al cepo y a la mañana siguiente, el 7 de enero de 1907, lo hacen volver hasta el lugar del crimen, donde tiran la imprenta con carro y caballos al arroyo que se encontraba crecido por la lluvia. Los agentes Chamorro y Cisneros se niegan a cumplir la orden del comisario de matarlo ante las súplicas de Gallard, y así Santacruz lo degüella donde esta hoy el monolito.
El Diario “La Prensa” y otros medios nacionales reaccionan y publican la noticia solicitando un digno castigo para los responsables. Antonio Ciaspucio colecta pruebas, los telegramas en clave, pasa noches enteras escondido tras las paredes de las casas de los que creía responsables del asesinato, y acusa a los asesinos...Santacruz y Hermelo son encarcelados y luego liberados con libertad condicional y aprovechan a escaparse del país..
El 9 de septiembre de 1907, volvió a editar el “El Pueblo” con nueva imprenta comprada con aportes de vecinos de Villaguay.
Los ataques y allanamientos permanecieron constantes de parte del poder político, comandados ahora por los comisarios Jose Maria Hermelo y Eduardo Redruello.
Los dos años de cárcel y las condiciones del encierro menguaron seriamente su salud. Cuando salió en libertad su cuerpo denotaba las secuelas de la cárcel.
Falleció en Alta Gracia, Córdoba donde pidió ser llevado cuando presagiaba el final, a los 37 años, el 7 de diciembre de 1913.-
Actualmente hay un movimiento en la vecina Villa Elisa para recuperar el estado de abandono y el escaso conocimiento que se tiene en la región de un hecho fundamental como lo fue el ataque a un medio de prensa, en lo que seguramente los Villaguayenses nos plegaremos, por tocarnos tan de cerca.-
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