En la capital de nuestra provincia en pocas horas cayeron 123 milímetros, hubo
desbordes de arroyos, cortes de tránsito, centenares de viviendas
anegadas y una intensa tarea de asistencia social de la Municipalidad
Se ha dicho hasta el hartazgo en los últimos años, pero
cada temporal de magnitud deja más presente que el cambio climático
muestra que las ciudades no están preparadas para afrontar una nueva
realidad. Estructuras de desagües vetustas, y un retraso de obras de
infraestructura, determinan que los anegamientos afecten a cada vez más
gente, ya no sólo en la periferia, sino en sectores céntricos. Paraná no
es la excepción.
Ayer, en pocas horas, un intenso temporal con 123,8 milímetros de agua
caída, volvió a exhibir esos inconvenientes cada vez más preocupantes.
Casos sintomáticos de esta situación se producen en avenida Almafuerte,
donde la urbanización del exhipódromo creó un problema inexistente, de
una envergadura ya casi insolucionable. La acumulación y falta de
escurrimiento, y las olas que se producen con el paso de los vehículos,
hacen que cada lluvia los comerciantes pierdan mercaderías, dinero y
tiempo de trabajo para sacar el agua que ingresa a los locales.
Tapas de desagües removidas –con el riesgo para la circulación
vehicular–, contenedores arrastrados pese al cerco de seguridad, autos
inmovilizados y arrastrados por la correntada, agua que cubría calles de
cordón a cordón, cortes de calle por desbordes de arroyos, fueron las
postales de la mañana. Colapsó también la red cloacal, debido a las
conexiones de desagües pluviales a ese sistema; como consecuencia de
ello, muchos hogares sufrieron la presencia de aguas servidas.
jueves, 26 de febrero de 2015
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