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lunes, 26 de enero de 2015

Carta abierta a los Villaguayenses. Raúl Boc-ho

Nisman; la impunidad es una tragedia que vuelve 
Es gravísimo lo que está pasando. Inquietante. Y bien vale saber de qué estamos hablando, para no quedarnos con la simple percepción de las cosas. Nos ha conmocionado la muerte del fiscal que aseguraba que tanto Cristina como el canciller Héctor Timerman y varios kirchneristas de paladar negro como el comandante de La Cámpora, Andres “El Cuervo” Larroque, el ministro Julio de Vido y los violentos y virtuales voceros iraníes Luis D´Elía y Fernando Esteche, participaron en distintos momentos de un pacto que intentó cambiar alimentos argentinos por petróleo, armas e impunidad para los criminales prófugos acusados de haber perpetrado el atentado más grave de la historia contra el pueblo argentino. La presentación de Nisman aportaba pruebas que mantenían en vilo a los argentinos y ni hablar, al poder. Se trataba de escuchas telefónicas donde aparecen gente de los servicios de inteligencia argentinos con referentes iraníes y con uno de los prófugos de la justicia, el ex agregado cultural de la embajada de Irán, Moshen Rabbani. De confirmarse todos estos testimonios estaríamos ante la presencia de un suceso que colocaría a todo el gobierno en una situación de ilegalidad y cometiendo un delito que es tan o más repudiable que el propio ataque que produjo la muerte de 85 personas. Es el delito de encubrimiento, de ocultamiento, de obstrucción a la justicia con el fin de darle impunidad a los acusados de semejante muerte masiva. Claro, así se explicaría un poco mejor qué fue lo que empujó a Cristina a cambiar radicalmente su posición y a modificar incluso la idea que mantuvo en vida Néstor Kirchner al impulsar el pacto con Irán. Petróleo y armas aportaban los iraníes y alimentos e impunidad garantizaba la Argentina en ese toma y daca repugnante, hecho sobre los muertos que no tienen justicia y no pueden descansar en paz. Y la mentira, el engaño y el doble discurso como códigos permanentes.
El tiro en la sien de Nisman ha anunciado que regresó la muerte por cuestiones políticas. Nos pegó un cachetazo en la cara. Era lo único que faltaba para completar la tragedia de lo peor de los años 70. La reaparición de la muerte como instrumento para zanjar discusiones ideológicas. Mal que mal, esta democracia frágil que supimos edificar tenía una suerte de acuerdo tácito que decía: no más muertes. No hemos aprendido nada del pasado de sangre y plomo?. Cuánto cuesta cerrar para siempre el capítulo del horror y los crímenes?. Mucho seguramente. Porque ese acuerdo se rompió con el balazo calibre 22 en la cabeza del fiscal. Esa muerte es la que produce el miedo que a su vez es el cáncer de toda democracia.
Los ciudadanos pacíficos no debemos jugar nunca con las armas porque a las armas las carga el diablo y ya se sabe quiénes la descargan. Por eso es que muy poca gente cree en el gobierno. Porque miente en muchos aspectos de la vida cotidiana y todo el tiempo trata de manipular la verdad. Por eso nadie cree en el suicidio a secas. El regreso de la muerte es como si hubiera estallado otra bomba. O como un tercer atentado. Nos quieren matar de miedo. Porque Nisman murió investigando, denunciando y buscando la verdad. Lo callaron de un tiro o lo hicieron callar de un tiro justo unas horas antes del momento culminante. Alguien arrancó de cuajo este último capítulo. 
El coro estable del gobierno le había tirado con munición gruesa al fiscal. Aníbal y Coqui lo habían tratado de ridículo, estúpido, irracional y golpista. Diana Conti había dicho que iban a salir con los tapones de punta y le aconsejaba socarronamente a la hija de Nisman que se quedara tranquila, que no le iban a maltratar a su padre. “Ni lo intenten”, pintaron en las paredes los muchachos camporistas de Larroque y se prepararon para movilizar y hacer tronar el escarmiento tal como les recomendaba el “comandante” Verbitsky. Por esas horas, Alberto Nisman, moría con un tiro en la cabeza. 
La presidenta Cristina dijo y se desdijo, planteando finalmente que fue un asesinato y que le tiraron el cadáver a ella. No aclaren que oscurece, se le puede decir al gobierno. Divide y reinarás fue su lema y su dogma. Sus publicaciones de Facebook casi que ofenden la dignidad de los argentinos. Tantas letras y ninguna voz para decir lo que realmente tenía que decir. Pura autoreferencia y la costumbre de acusar a otros y a una mafia que según ella le escribió el libreto a Nisman y le ordenó con urgencia que lo presente en tribunales. 
Yo sé que muchos crímenes mafiosos se disfrazan de suicidio. Pero esta vez, si fue así, al parecer tomaron al extremo sus precauciones. Pero aún en la hipótesis de suicidio sostengo que se trató de una muerte política como consecuencia de la impactante investigación que involucra al gobierno. Esto es lo grave desde el punto de vista institucional. Estamos frente a un terremoto de la credibilidad del gobierno. Fueron tan grandes las descalificaciones, agresiones, que el propio fiscal dijo en varios medios que estaba amenazado de muerte y que se estaba jugando la vida. Y por eso le avisó a su hija que se preparara para escuchar las bajezas y extorsiones más grandes que se pudiera imaginar contra su padre.
Y Nisman murió. Así como hay presos comunes y presos políticos, también hay muertos comunes y políticos . Y Nisman es un muerto de orden político. Esta muerto por haber investigado. 
La diplomacia paralela ejercida por irresponsables e incapaces como el Cuervo Larroque, Luis D’Elia y Esteche entre otros son una muestra más de la falta de capacidad de la Presidenta de la Nación. Apelar a antisemitas violentos y confesos admiradores del fundamentalismo es un salto al abismo en el que estamos hoy.
La traición a los familiares y las víctimas de la AMIA y la complicidad con los victimarios alteró todo en la guerra de los espías argentinos. Cristina le dió poderes y montañas de dinero al General Cesar Milani para que reemplazará a la ex SIDE. La presidenta se movió con un amateurismo insólito, como si se tratara de la interna de la CGT. Jugó a los soldaditos en la SIDE y el tiro le salió por la culata y se clavo en la cabeza de Alberto Nisman. Hoy los organismos de inteligencia están fuera de control y eso configura junto con la muerte de Nisman una situación de extrema gravedad casi nunca vista en democracia. De eso podemos llegar a no volver. La investigación debe ser transparente, rigurosa y eficaz. Y los responsables intelectuales y materiales de lo que pasó deben tener juicio, castigo y condena. El Congreso debería formar una comisión Bicameral para proteger al equipo de 60 personas de Nisman y preservar todas las pruebas. Y convocar a Alejandra Gils Carbó para que explique porque tenía intenciones de separar de su cargo a Nisman. Estamos frente a una grave conmoción institucional. La presidenta hizo bien en ordenar la desclasificacion de los nombres de los espías que están metidos en este barro sanguinario. Pero Cristina también haría bien en salir y dar la cara oficialmente, ya que tanto le gusta salir por cadena nacional. Es inadmisible. No habló desde su representatividad ni siquiera para darle el pésame a la familia.
Ojalá la muerte de Nisman sea el final de los intentos del gobierno de apropiarse de todo y no sea el comienzo de un año lleno de turbulencias, violencias y de lutos. Ojalá la verborragia oficial o las amenazas de La Cámpora de que “ni lo intenten” sean solo una exageración de la crispasión. Ojalá la democracia pueda lavarse cuanto antes la mancha de sangre que todo esto le produjo. Ojalá se termine la impunidad. Porque la impunidad es una tragedia que vuelve. Exigir verdad, juicio, castigo y condena a los responsables de la muerte de Nisman. Solo así seremos más dignos. Solo así vamos a poder construir el país que soñamos para nuestros hijos. Sin autoritarismos, sin mentirosos, sin corruptos y sobre todo, sin un solo muerto más.-




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